Al castillo de Montsegur (Francia)
EL CASTILLO DE MONTSEGUR (“Monte seguro” en francés y occitano)
Situado en el departamento francés de Ariège, suroeste de Carcassonne, en la montaña de Pog (piedra gigante) a 1207 metros de altura. Los restos del castillo de Montsegur que allí podemos ver fueron construidos en el s. XIII por Guy de Lévis tras la derrota cátara.
Muchos son los misterios que rodean el Castillo de Montségur tras convertirse en Fortaleza cátara. Se le relaciona con el tesoro de los cátaros, misterios espirituales, cultos solares…
«Sin duda el lugar más enigmático de la Ruta de los Cátaros.»
Es muy probable que ya mucho antes de la llegada de los cátaros la montaña de Pog estuviese habitada, así lo confirmarían las grutas y sepulturas encontradas. En sus inicios, el castillo, no era más que un “castrum”, pueblo fortificado, donde los aldeanos se dedicaban fundamentalmente a la artesanía. No sería hasta el s. XIII-XIV cuando se terminaría de construir el castillo
Los Cátaros, también conocidos como “hombres buenos”,o Albigineses por la ciudad de Albi, al sur de Francia donde tuvieron una de sus mayores sedes.
En 1213, Guilhabert de Castres, obispo Cátaro de Tolosa, se refugió en el castillo convirtiéndolo desde ese momento en lugar de refugio de “las buenas personas” Así se cree que según el origen griego, ”cathars” daba nombre éstas gentes. Si bien, hay otra versión de origen latino ”catin”, que apoyándose en el argumento que los cátaros adoraban a María Magdalena y en tono peyorativo, les llamaban “catiers” cátaros con el significado de “putos”.
«Último bastión de la resistencia Cátara.»
El origen de los cátaros no está del todo definido aunque se cree que era una secta o corriente religiosa proveniente no sólo del sur de Francia sino también de la Europa oriental. Su rito más importante era “el consolamentum” camino a la perfección que les llevaría a la unión con Dios en el momento de su muerte. En Francia tuvieron una fuerte presencia y además de numerosos adeptos también encontraron sus mayores opositores, la iglesia y el poder establecido.
Los Cátaros se consideraban cristianos, promulgaban el amor libre lejos de los dogmas de la Iglesia. Tampoco creían en el infierno, y sí en cambio, en un Dios bueno y otro malo. No tenían iglesias ni creían en la propiedad privada. Tal ideología rápidamente hizo que la Iglesia viese ésta doctrina como una gran amenaza a su poder. Por lo que intentaron en vano, puesto que su fe era muy fuerte, reconvertir a la fe católica a los Cátaros. La Iglesia, bajo el mandato de Inocencio III, consideró herejes a la comunidad cátara mandando su persecución y exterminio.
«matadlos a todos, Dios ya reconocerá a los suyos»
La inquisición recibió la orden de exterminar a los últimos Cátaros, eran innumerables las hogueras y barbaries que se cometieron en Francia. El Papa también nombró legado papal al terrible y cruel Simón de Montfort, su frase más cruel, la pronunció al asaltar la ciudad de Béziers donde murieron miles de personas, allí cátaros y católicos se mezclaban, por lo las tropas preguntaron a quienes debían matar, Su orden fue: “matadlos a todos, Dios ya reconocerá a los suyos” Así fue el comienzo del exterminio de esta comunidad.
Montsegur resistió un terrible asedio durante meses gracias a su fortaleza inexpugnable y allí resistieron y se refugiaron los últimos cátaros hasta 1244. Considerándose por ello, su último bastión. A pesar de sus esfuerzos por resistir, en Marzo de 1244, llegó la rendición. En las negociaciones se les dio a los cátaros 15 días para rendirse, convertirse al catolicismo o morir en la hoguera.
Cuenta la leyenda que, la noche antes de la definitiva rendición, unos caballeros cátaros descendieron la montaña, ocultándose tras la espesa niebla, y portando con ellos el gran tesoro Cátaro: el Santo Grial. Aquí la leyenda se bifurca en dos opciones: La copa con poderes sobrenaturales donde José de Arimatea recogió la sangre de Cristo y por otro lado, no la copa como elemento físico, si no el secreto de la descendencia de Cristo, y su línea consanguínea hasta esos días. Por tanto, los Cátaros fueron exterminados por la Inquisición, pero, ¿lograron poner a salvo su tesoro?
Con la entrada del Papa en la fortaleza, los cátaros debían entregarse y convertirse al catolicismo o morir en la hoguera. Tan fuerte era su fe que ellos mismos bajaron la montaña para lanzarse a la hoguera. Ese sitio se recuerda hoy como “El Camps des cremats” Hoy allí encontramos una lápida en que se lee el epitafio: «A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano…».